domingo, 24 de octubre de 2010

Secretos en Houston: Capitulo 2

 Capitulo dos. El buen Andrew.

 Desperté de mis horribles sueños… no, pesadillas.
Que conveniente que resulto el único mueble que había en esa casa. Michele y yo dormimos juntas en ese viejo sofá-cama. Cuando abrí los ojos ella me estaba dando la espalda.
_Lo siento._ le dije.
No hubo respuesta alguna, pero yo sabía que mis gritos la habían despertado.

Abrí lentamente los ojos al otro día, gemí de dolor, me estaba matando la espalda. Bueno, al menos no había dormido en el piso. Michele ya no estaba a mi lado. Mire el reloj de mi celular.
11:00 AM.
Me levante de un brinco y me vestí con lo primero que encontré. Una remera negra que decía made in New York en la parte baja de la espalda con letras rosa chillon y con un jean claro. Acto seguido me encerré en el baño. Se suponía que vendría el camión de la mudanza, o ya había venido, y yo no quería quedar como la holgazana hija de la dueña que durmió durante toda la mudanza. Me deje el pelo suelo, no tenia tiempo para coletas o trenzas.
 Estaba por bajar las escaleras cuando me percate de que la planta alta lucia diferente, claro, habían ya comenzado subir los muebles. Rogué internamente que no hayan venido hacia mucho tiempo.
 Me disponía a dar el primer paso hacia abajo cuando el sonidos de risas y muchos “gracias” me paralizaron. Risas jóvenes.
No, pensé.
Corrí al cuarto del sillón y mire por la ventana. Un camión, tres autos.
No.
Michele se había atrevido a pedirle ayuda a los pueblerinos. Desde mi ventana podia ver la calco Houston Secondary School, Lighting the way. Genial. Ahora tendría conocidos antes de entrar al instituto. Esto iba mal, muy mal. ¿Cómo haría para pasar desapercibida?
 Baje la escalera, despacio, como si me dirigiera a mi ejecución. Me pare al final de la misma. Había seis jóvenes y dos adultos comiendo torta en mi sala de estar, supuse que lo era ya que tenía los muebles de mi antigua sala de estar.
 Estaban comiendo pastel y tomando limonada.
 Pero todo movimiento y sonido se detuvo. De pronto tenia ocho pares de ojos  en mi. Los adultos volvieron a su pastel y a su conversación en seguida.
Pero yo un tenia seis pares de ojos en mi.
_Hola._ dije. No me gusto el sonido de mi voz, muy tímido.
 Al diablo, había que aceptarlo, nunca tuve el perfil de una chica popular, si yo había pertenecido a la cúspide social alguna vez fue gracias a María y a mi relación con los dos chicos mas populares en la escuela. Al fin, popular por asociación.
 Uno de los chicos se levanto y se acerco a mí.
_ Andrew._ dijo, ofreciéndome la mano._ Y tú eres Ángel. ¿No es cierto?_
 Acepte la mano. Un signo universal se asociación en la tierra.
_Jana._ le corregí._ No me gusta Ángel._
_Mucho gusto._ dijo terminando en saludo y pasando su mano por su brillante cabello.
Era rubio, apuesto. Maldición, de seguro que tenía mi edad o andaba cerca.
 El resto de grupo seguía mirándome, atónitos.
Okey, lo entendí, la remera es muy… muy de rubia. Pensé.
 Andrew miro atrás.
_Discúlpalos. Es que Michele nos había dijo que tenia una hija. Pensábamos…_
 Michele, le dijo Michele, no señora Hopkins…
_Pensaron que era más pequeña._ genial, ahora todos lo sabían. La niña adoptada del pueblo.
Andrew asintió. Volvió a mirar hacia atrás. De repente otro de los chicos se levanto y me ofreció su mano.
_Eddy._
 Eddy era alto, se notaba que hacia mucho ejercicio por debajo de su camisa de leñador. Lucia descampanante, como si hubiera sido él el que venia de California y no yo. De hecho los seis lucían así. Bronceados.
 Que injusta que era la vida.
_Mucho gusto y gracias._
Recordé eso que suelen llamar buenos modales.
_Muchas gracias a todos._ dije en voz más alta para dirigirme a todo el grupo.
Andrew señalo a uno que acababa de levantarse.
_Al._
 Al era alto y… alto, también apuesto. Su cabello era corto y muy negro. No es justo, pensé, yo soy la que ha vivido toda su vida en ambientes más que calidos y ellos que nunca salieron de este pueblo están más bronceados que yo, no es justo.
 Me estudio con sus ojos avellanas mientras Andrew señalaba a otro chico que se levanto y camino hacia mi.
_Johnny._ dijo Andrew de mala gana.
 Johnny me estrecho la mano, pero luego, en vez de soltarla, me dio un beso en el dorso. De repente la imagen de mi ex novio, el otro Johnny cruzo mi mente. Cuando nos conocimos el había echo lo mismo.
 _Un placer._ dijo sin soltarme la mano, de acuerdo, su voz era diez veces mas seductora que la de de mi ex.
 Nota metal: aléjate de el… dios, y ni siquiera es de mi tipo…
Clavo sus ojos verdes en los míos, su cabello rubio brillaba con la luz del sol que traspasaba la ventana. Yo comencé a sentir calor en mis mejillas, me estaba sonrojando. La auto reclusión aumento mi timidez, antes, no me sonrojaba por algo como eso. Era un poco tímida si, pero eso nunca se noto en el exterior. Solo había dos personas que sabían de esa característica, María y Johnny, mi ex novio, pero ahora el Johnny de Houston se aprovecharía de esa característica.
_Ítem._ dije yo soltando su mano.
_Dick._ dijo otro levantando la mano.
 Dick era más pequeño que los demás, más delgado, y aun así era lo bastantemente atlético. Su cabello era de un castaño oscuro y sus ojos como la miel.
_Justin._ se presento el último. Me llamo la atención su cabello, parecía negro y a la luz un poco colorado. Sus ojos cafés estudiaron los míos por una fracción de segundo, parecía buscar algo, pero desapareció tan rápido como vino. _ Tu madre sabe donde comprar pasteles._
 Todo precia muy raro, como si se esforzaran en hablar conmigo, como si hubieran visto algo en mí que los inquieto.
Que paranoica eres, es solo tu imaginación. Dios, la reclusión no te hizo nada bien.
_Ah… si… ¿Ella los llamo verdad? Lo siento. Es sábado, de seguro tenían planes._
_No hay problema. Hace mucho que no pasaba algo interesante en Houston, así que cuando mi padre me pidió que viniera para ayudar con algunos chicos del equipo, inmediatamente pensé en los cinco perdedores que de seguro no tendrían nada que hacer._ dijo Andrew con una nota de humor.
_Lo que diga el capitán._ bufo Eddy.
 ¿Capitán? ¿Equipo? No, no otra vez. Me dolía el estomago.
Habrán visto mi expresión porque Eddy se río y luego aclaro.
_Lo siento. Bueno veras, puede que aquí no tengamos tu precioso futbol americano…_
_Yo le digo futbol._ dije
_Lo que sea, pero tenemos el rugby, que es un poco diferente._
_Es mejor._ dijo Johnny y todos comenzaron a reír.
 Aprovechando la situación me escape a la cocina. Michele estaba guardando la vajilla en el aparador. Cuando me vio sonrío abiertamente. Me acerque a ella como un rayo.
_Tú._ dije en tono acusatorio señalándola con el dedo.
_ ¿Yo qué?_
_ Tu._ repetí señalando ahora la sala de estar.
_Yo no los traje si es lo que piensas. Es de parte de Ed._
_ ¿El jefe de policía?
Claro… -cuando mi padre me pidió que viniera-. Ahora entiendo.
_Sip. Fue muy considerado de su parte… Ahora siéntate y come._ apunto un plato con pastel enzima de la mesa y luego volvió a sus actividades.
 Me senté en mi vieja mesa y comencé a comer, el pastel estaba muy bueno. De repente un interruptor se encendió en mi mente.
_Ajá! Tu compraste este pastel en Dolly’s ayer por la noche. Sabias que ellos vendrían._
Michele dejo de guardar las cosas por un momento para dar un largo suspiro, pude ver sus hombros bajar al exhalar.
_Bueno, si, lo sabia._ acepto al fin. Se dio vuelta para mirarme a los ojos._ Si Mahoma no viene a la montaña…_
Si Jana no busca amigos…Pensé a su vez.
_Esto es innecesario._ suspire.
 Andrew entro a la cocina.
_Michele, nosotros vamos a continuar. Gracias por el pastel, estuvo delicioso._
_Gracias a ti cariño._ le respondió. Yo rodé los ojos._ Jana, tienes que ir a comprar los víveres._
_Ok._
 Si, puedo escapar de este lugar.
_Aquí tienes la billetera._ saco la billetera de tu bolsillo trasero y la tiro para atrás sin ni siquiera mirarme.
 La billetera voló por enzima de mi cabeza. Andrew la agarro en un rápido movimiento y me la tendió. Articule un >Gracias< con los labios, el me respondió con una sonrisa.
_La lista esta adentro…_ el tono de Michele se fue apagando y concluyo con un el ruido de la palma de su mano chocando con su rente, ella siempre hacia eso cuando se daba la cuenta de algo que había pasado por alto._ Arg! Tú no sabes donde queda el almacén._
_Yo puedo llevarla._ me sobresalto la voz de Andrew, pensé que se había ido._ Además… no creo que pueda con todo_ agrego cuando plegue la lista y mis ojos se abrieron mas de la impresión._ Veo que realmente necesitan provisiones._
_ ¡Muchas gracias!_ dijo Michele dándose la vuelta.
 A mismo tiempo yo casi grite.
_No!... no es necesario, ya hiciste mucho. Yo puedo ir hasta el pueblo, luego, pediré indicaciones._
 Michele me fulmino con  la mirada.
_ ¿En que auto?_
_ El tuyo._ dije automáticamente.
_No._
_Pero…_
Michele se dio la vuelta y agarro una pieza de vajilla de plata.
_No manejarás el Shelby._
 Eso me tomo por sorpresa.
_ ¡Por favor! Yo soy buena manejando… no pasare el limite de velocidad…_
_No se trata de eso._ me corto ella secamente
_Entonces…_
_No! Y punto… Ahora no._ de repente Michele me pareció mucho mayor. Muy pocas veces ella actuaba como la madre y adulto de la casa._ Cuando las cosas se estabilicen._
 Eso me golpeo en el pecho.
_ ¿Se estabilicen?_
 No sabia que sentir, si rabia o tristeza.
_Sabes a que me refiero._
Pero de lo que estaba segura era de que ese comentario me hirió.
Claro que yo sabia a que se refería. Ella había querido decir: “No, hasta que te estabilices.”. No hasta que este segura de yo no iba a irme conduciendo.
 No podía creerlo. Que esa día se había pegado tanto en los recuerdos de Michele, ya había pasado mucho tiempo. Ni ella ni John me habían confiado un auto desde entonces. Yo pensé que país nuevo, vida nueva, comenzar otra vez. Pero los fantasmas de mi pasado sabían seguirme muy bien. No se cansaban.
 En ese momento entendí porque me había comprado un auto al que le faltaba mucho por arreglar. Meses ella había dicho. Michele todavía creía que volvería a escapar. Todos decían que lo había echo porque era frágil emocionalmente, pero ¿como podían saber porque lo hice, si ni siquiera yo lo sabia?
 Ahí estaban los hechos, pero no los porqués.
 Yo recordaba muy bien ese día. Había salido de la escuela, hacia dos semanas que había cumplido dieciséis años y una que tenía mi licencia. Usaba el auto de John, seria temporal hasta que me compraran uno, había tomado la interestatal, pero en vez de doblar en la intersección, que se dirigía a mi casa, seguí de largo. Termine cruzando el estado y llegue a las vegas. Los brazaletes de plata en cada una de mis muñecas brillaban con el sol. Me encontraron esa misma noche dormida sobre mi piano, en mi antigua casa, John y Michele estaban muy asustados. No volví a hacerlo.
 La voz de Michele me trajo al presente.
_Ve, por favor._ Reconocí el tono en seguida, debía obedecer.
_Ok._ susurré.
 Me levante de la silla. Andrew, que había observado toda la escena, se me adelanto hacia la salida. Su forma de caminar me gustaba, tenia mucha confianza en si mismo. Pasamos por la sala y observe que ya no había nadie en ella, todos habían vuelto al trabajo.
 Afuera Al y Eddy bajaban un mueble del camión. Reconocí mi librero.
 _ ¿Y este adonde?_ me pregunto Al.
_ Ese es mío. Eh… subiendo la escalera, es la puerta del fondo a la derecha.
_Si señor._ respondió Eddy.
 No pude evitar reírme, con ellos era difícil mantener la compostura.
_ ¿vamos?_ Andrew me esperaba con la puerta de su honda civic 2000, en muy buen estado, abierta. Una gran sonrisa iluminaba su rostro. Dios, era apuesto. Era una mezcla del tipo que ayudaría a una ancianita a cruzar la calle y de motociclista del infierno.
 Le guiño el ojo a alguien mientras yo entraba, no llegue a divisar quien.
 Dio la vuelta y subió, todavía tenia la misma sonrisa, ¿Mencione que se veía bien sonriendo? Cuando estuvimos a unos cien metros de la casa, no lo pudo aguantar más y exploto en carcajadas.
 Lo mire atónita y al cabo de unos segundos yo también comencé a reír.
_ ¿Que?_ le pregunté.
 Al menos tenia un punto a favor, a pesar de sus espasmos de risa seguía conduciendo con una asombrosa habilidad.
 Al fin suspiro y se calmo, pero la sonrisa no desapareció de su rostro.
_Nada… es que… ah…_ volvió a suspirar, esta vez como si recordara algo que lo hacia sentirse satisfecho_ debiste haber visto la expresión de Johnny, parecía que quería sacarme los dientes con una pinza… uno por uno…_ me miro para agregar el resto_ el quería llevarte al almacén, ya sabes, para conocerte… no debes dejarte influir por el es… no es bueno para ti._
 Fije la vista en los árboles. De repente me sentí adolescente otra vez, sentí como mi boca formaba una sonrisa.
_ ¿Y tu eres bueno para mi?_ abrí los ojos sorprendida._ ¿Yo no dije eso verdad?_
_Si, si lo hiciste._
 En ese momento mas que nunca me concentre en la formas de los árboles, su color, tamaño… No podría volver a mirarlo nunca más, definitivamente necesitaba practica para relacionarme. Esa era la conversación mas larga que había tenido con una persona que no fuera Michele, John o María que tenia en un año y ya estaba mezclando los comentarios que me guardaba para mi misma y los que mencionaba.
 Escuche la risa de Andrew a mis espaldas.
 Concéntrate en los árboles… se esta riendo de mi… son verdes, los árboles son verdes… ah! ¿Ese era un eucalipto?
_... ¿me estas escuchando?_
_ Lo siento, ¿Qué dijiste?_ seguí mirando los árboles.
_Que…_ paro, analizando lo que diría y luego suspiro_ nada, olvídalo._
El resto del camino al almacén fue el típico interrogatorio a la chica nueva: películas favoritas, música favorita, hobbies, lugares que visite y un montón de preguntas que una chica normal contestaría sin problemas. Pero yo…
 No miraba televisión, no iba al cine.
 No escuchaba dos semanas lo mismo y la música que me gustaba el no la conocía.
 Hobbies, ya no tocaba al piano, no tenía piano.
 Cuando llegamos a la pregunta de los lugares que visite, bueno, me fue relativamente bien, yo había viajado mucho, pero cuando dije las vegas pare bruscamente.
_ ¿Las Vegas?_ pregunto Andrew al cabo de unos segundos.
_Eh… si... yo, yo vivía allí… ah! Ya llegamos._
 Me salvo un almacén. No siempre habría una interrupción. Algún día tendría que contárselo a alguien.
 Un señor muy canoso me miro fijo cuando entre. Esa parecía ser la costumbre del pueblo. Le calcule unos cincuenta, aunque estaba muy deteriorado. Andrew hizo las debidas presentaciones y comenzamos las compras. Una hora después estábamos en la entrada otra vez. El cielo estaba nublado, como estaba desde que llegue.
 Andrew cargo dos cajas y se dirigió al auto. Yo cargue la tercera y lo seguí. Apenas la levanté, sentí que algo crujió en mi espalda. Andrew intento ocultar su sonrisa, pero no podía evitar burlarse de mí intentando llevar esa caja. El podía con una en cada brazo. ¿De donde sacaba esa fuerza? A pasos lentos y calculados llegue al auto, no me separe de mi caja y no lo hubiera hecho aunque me apuntaran con un revolver. Me preguntó dos veces mas si quería que el la metiera al auto, pero yo me negué rotundamente, estaba jugando mi orgullo en aquello.
 Me quede mirando a la calle mientras el se encargaba de la mercadería. Le termine dando la espalda al darme vuelta para poder observar mejor el "centro" del pueblo. El almacén se encontraba justamente en una esquina de donde se podía observar todo. Un auto negro venia calle arriba. El BMW M6 llamo mi atención. Recordé a mi antigua ciudad donde veía autos como aquel todo el tiempo. Pero aquí, en este pueblo, desentonaba.
 No, mas bien el pueblo desentonaba con el auto.
 Paso por en frente mío y… lo vi.
 Nunca había visto unos ojos así. Negros, realmente negros. Su mirada me pesaba. Había otros dos mas con el, una chica pelirroja en el asiento trasero y un muchacho en el asiento del copiloto. Pero solo el me miro. Caí en esa profunda oscuridad.
 Frunció el ceño y volvió a mirar al frente. Y así como vino se fue. El y su oscuridad. No supe si sentir alivio o... no supe que sentir.
_Los Hemilton._ la voz de Andrew me despertó. _ Son raros ¿no?_
Quise contestar pero no tenía aire. Dios, como pesaba esa caja. Repase la lista mentalmente en mi cabeza, no, no había ladrillos en la lista. Tenia que reconocerlo, debía hacer ejercicio. Andrew me quito la caja y la guardo en la cajuela.
_Solo te voy a dar un concejo, _ dijo Andrew a mitad de camino de vuelta_ no te acerques a ellos ni a los Goldsmith. Es en serio._
 Lo mire atónita.
_En serio, mira cosas raras pasan cerca de ellos._
_Ok?_ dije durativa.
_Jajaja. Debes de pensar que estoy loco o algo así. Solo te pido que recuerdes lo que dije la próxima vez que los veas._
_Esta bien._
Lo que el no sabia es que con ese comentario solo había aumentado mi curiosidad por el dueño de esos ojos.
Esa noche soñé con el. Soñé que me perdía en su mirada y que podía nadar en ese mar negro. Podía verlo pero no alcanzarlo.
 Un sueño llevo a otro y termine con el mismo sueño de siempre. Me desperté entre sollozos, mi confiable reloj anunciaba las cuatro de la mañana con sus brillantes números rojos.