domingo, 28 de noviembre de 2010

Secretos en Houston: Capitulo 3

Capitulo tres. Primer dia.
Jana.

 En el techo colgaba una lámpara muy bonita, era lo que mas me gustaba de mi nueva habitación, ademas de la cama, por supuesto. Hoy era sabado. Mire el relog.
 9:00 AM.
 No queria levantarme. Pero alguien tenia que terminar de acomodar las cosas. Los chicos habian hecho un muy buen trabajo. Que bueno que no estuve la mayor parte del tiempo, viendo como Michele dirigia todo como si fuera una orquesta. Ella tenia un don sobre los hombres, ellos siempre le hacian caso. Me hubiera sentido avergonzada, aunque ellos no se dieran cuenta de cómo ella los manejaba.
 Como iba diciendo los chicos hicieron un gran trabajo, entraron todos los muebles a la casa, pero nosotras teniamos que colocar todas las cosas dentro. Tenia seis cajas llenas de las cosas que John me solia mandar. Tres de ellas llenas de ropa demaciado trend para un pueblo como Houston, demaciado trend para mi nueva vida, mi nuevo estilo. Mis dias de ropa de diseñador quedaron en Las Vegas. Asi que no me moleste en abrirlas.
 En el desayuno Michele me resibio con su habitual sonrisa y me sirvio una revanada de pastel. Estaba entusiasmada por su nuevo trabajo, seria la contadora de D&J Brothers, una empresa maderera que tenia sus oficinas en Prince George, una ciudad que se encontraba a tres horas y media de Houston. Cuando le destaque este hecho a Michele y le sugeri que deberiamos vivir en Prince George, solamente se rio y dijo: Yo quiero vivir en Houston, quiero volver a mi hogar.
No volvi a mencionar el tema.
_Hace frio._ dije cuando Michele me servia el café.
_Ya te acostumbraras._
 Hablando de acostumbrarse, tendria que acostumbrarme a esa frase tambien. Ya me la habia dicho muchas veces desde que llegamos a canada, y yo sabia que la seguiria escuchando por un tiempo mas.
_Que lindo es desayunar juntas._ comente distraidamente.
_Si…_ suspiro Michele_ Que lastima que sea solo por hoy. Sabes que mi trabajo requiere que me levante temprano. Ya le pedí a Andrew que te recoja desde mañana para que te lleve a la escuela._
_Cierto…_ me sentia muy adormilada, bebi un trago de café para revertir el efecto,_ Un momento! ¿Andrew?_ y desperté.
_Si. Es un buen chico. No te preocupes no será por mucho tiempo_
_Esta bien_ no podía decir otra cosa.
 Cuando me di cuenta ya estaba en la cama otra vez. El día se me había ido de las manos tratando de organizar mi nueva vida. Solo habia tenido una pausa cuando me habia venido a visitar Andrew. Empezaba a gustarme, era muy amable y gracioso. Que bueno que estaría en la escuela conmigo. Mientras estuvo en la casa le hice un retrato sin que se diera cuenta y me lo guarde para mi. Me gustaba mucho dibujar. Lo hacia muy bien, me salían los rostros a la perfección. Pero a pesar de mi orgullo por mis dibujos, nunca me había animado a mostrárselos a nadie que no sea mi amiga María. Solía hacer retratos de las personas que me rodaban, algo así como tomar una foto. Me dormí con la esperanza de que nadie me notara en mi primer día de clases. En California solía mezclarme entre la multitud, en mi escuela éramos muchos y nadie me notaba. Era mejor así, nunca había estado en la boca de alguna chismosa y si fue asi, nunca estuve consiente de ello. Ojos que no ven, corazon que no siente.
 Me desperté temprano, para que Andrew no me tomara por sorpresa. Desayune, me puse mi impermeable  nuevo –llovía a cantaros, pero el frío era lo que yo mas aborrecía- y cuando llego Andrew salí. Cerré la puerta con llave y la escondí debajo de un ladrillo, como Michele me había explicado que hiciera. Andrew me abrió la puerta del auto desde adentro. Apenas entre tuve que sacarme el impermeable, adentro la calefacción estaba al máximo.
_Hola California!_ me dijo.
_Hola.
_¿Lista para tu primer día?
_La verdad no._ le confesé.
_Veras que no será tan malo.
 La escuela se ubicaba al final del pueblo, en una esquina. Michele me habia comentado que esta escuela juntaba a todos los chicos de los pueblos de alrededor. Aun asi no eran ni la mitad de los que habia en las otras escuelas en las que habia estado. Odiaba empesar de nuevo, pero como suelen decir, la tercera era la vencida. Rogaba que lo fuera, pero esta era la cuarta escuela a la que asistia.
 Había muchos árboles de distintos tipos por todo el instituto y la niebla cubría la totalidad del campus entrándose al bosque. Sus edificios eran viejos, pero estaban bien cuidados y eran elegantes en cierto sentido. El pasto estaba bien cortado y cuadraba perfectamente con toda la prolijidad de la estructura. Observe que los autos del estacionamiento no eran muy ostentosos. Al parecer aquí no había niños mimados, que bien. Andrew me dejo en frente de una puerta que tenia un cartel que decía Administración, en la parte trasera del instituto, frente al estacionamiento de maestros. Al entrar volví a sentir el calorcito que había dentro del auto. La chica que atendía era joven, con un rostro y una voz que deducía solo dulzura. Usaba unos anteojos de marco grueso que, junto a su vestimenta y su peinado, parecía haber salido de una película de los sesenta. Al verme, puso una gran sonrisa.
_Tu debes ser la chica que transfirieron desde California. Angel Stevens._ me dedico otra deslumbrante sonrisa._ Lo deduzco porque nunca te había visto aquí_
_Si, la misma._
_¿Te ha gustado el pueblo?_ Me dijo mientras revolvía unos papeles.
_Si, lo poco que he visto_ le mentí.
_Aquí tienes cariño_ me extendió unos papeles_, ahí están los certificados de que asististe a las clases para que firmen tus profesores, un plano y los horarios de tus clases. A la salida ven y entrégame los certificados. Nos vemos corazón, que tengas un hermoso primer día de clases._
_Gracias._ le dije, mi voz casi imperceptible.
 Volví a salir a fuera y el frío y la lluvia volvieron a golpearme. Camine hasta el edificio principal, donde estaban los casilleros. El calor volvió a rodearme, me saque el impermeable. Paresia muy extraño, sin los detectores de metales y sin las rejas en administración. Note que todos vestían de manera sencilla, eso me tranquilizo. Camine por los pasillos para encontrar mi casillero, de pronto alguien de atrás me llamo, por mi nombre, Angel. Mantuve las esperanzas de que llamara a otra persona. Pero no dejaba de llamar, sentía la voz cada vez mas cercana. Toda mi ilusión de pasar desapercibida se resbalo de mis manos, como si de pronto se transformara en agua, cuando alguien me toco el hombro. Me di la vuelta, no tuve otra opción.
_¿Eres Angel Stevens? Hola, yo soy Melani y seré tu guía en la escuela. No te dijeron que tenias un guía, ¿Verdad?_
 Hablaba rápido, era una chica de mi edad con el pelo negro, un lacio envidiable para cualquiera, me incluyo. Tenia mi altura exacta, su tes parecida a la mia.
_Primero_ me había hablado tan rápido que tuve que enumerar las respuestas_, Jana, no Angel. Segundo, hola. Tercero, no, no me dijeron que tenia guía_
_Ay! Que grasiosa eres!_
_Gracias._
Solo le faltaba ser rubia y tenia el paquete completo. Vi con terror que alguien se acercaba, le resé a dios desde mis adentros, que esa chica no sea amiga de Melani.
_Hola Melani!_
Bingo! Dios no escucho mis suplicas, debio de haber estado ayudando a alguien mas.
_Tu debes ser Angel, ¿no?_
_Jane_ la corrigió Melani.
_Jana._ volvi a repetir, por dios… ¡no era tan difícil!
_Jana, mucho gusto yo soy Brenda._ Se presento educadamente.
 Brenda no parecía ser tan superficial como Melani. Su pelo era castaño, hondeado, un poco mas que el mío. Sus gestos eran amables y delicados al igual que su voz. Su piel era igual a la de Melani, que vida injusta! Me agrado a primera vista. Me extendió la mano y yo la tome con gusto.
_Igualmente_ después de las presentaciones, seguimos caminando por el pasillo.
_¿En que te podemos ayudar?_ Me pregunto Melani.
_Eh… ¿Me ayudan a buscar mi casillero?_
_A ver el numero_ Se lo mostré y una sonrisa ilumino su rostro_ Es al lado del mío!_
_Genial_ dije fingiendo animo.
 Fuimos juntas hasta los casilleros. Me ayudaron a encontrar el salón, resulta que tenia Lengua y Literatura con Melani. El profesor me obligo a que me presentara frente a toda la clase, tuve que verle el lado bueno al menos ahora menos personas me llamarían por Angel. Me senté al lado de Melani y me hablo toda la hora. Para el mediodía ya conocía por su boca a todos los profesores. Descubrí que tenía Español con Brenda y Biología con Andrew. En el almuerzo me senté con ellas, todavía me presentaban a mas y mas personas. Ya conocía a un cuarto de la escuela.
_¿Eres vegetariana?_ me pregunto Melani mientas miraba mi plato.
_Eh… No. Es que no me gusta la carne. Solo como la de pescado, pero no muy seguido._
_¿Como lo haces? Yo no puedo vivir sin carne._ Hace una pausa para comer un bocado_ Ah! Ya te he hablado de los profesores ¿no?_
_Si_ al escuchar eso solo pude pensar que realmente solo le faltaba ser rubia y era el paquete completo. Pero talvez me estaba precipitando, aun no la conocía bien.
 Luego Melani comenzo a hablar de algo que ella califico como “chisme esplosivo” y yo tube que hacer acopio de todas mis fuerzas para no salir fuera y comer sola. Al parecer una tal Jenhy habia perdido su pareja para el baile de navidad, el mas importante de todos los que se celebraban en el instituto.
 Deje de escucharla y empeze  vagar mi mirada alrededor. Un chico le ponia una traba a otro. Discutian por una gaseosa. De repente por una de las ventanas, la mas elaborada y grande en realidad, entro un rayo de luz y se poso en la mesa vacia que se encontraba justo delante de esta. La imagen me resulto tan maravillosa y melancolica que desee tener un lapiz y papel para poder dibujar la escena. De a poco las nubes se disiparon y dieron lugar a una vista aun mas maravillosa. Desde la peculiar ventana, que parecia ser la mas vieja de la escuela, se podia ver hacia el bosque. Las gotas caian de las hojas de los arboles y brillaban al ser alcanzadas por el sol.
 Me enamore de esa mesa, queria sentarme alli y dibujar aquel bosque, perderme en su profundidad, correr entre sus arboles, sentir esa luz en mi rostro.
 Estaba a punto de levantarme cuando recorde que no estaba sola. Asi que interrumpi a Melani y su “chisme explosivo”.
_Sentémonos alla._ sugeri señalando la mesa.
_ No, se esta bien aqui._ dijo cortante Brenda.
 La mire atonita.
_Pero a mi me gusta…_
_La mesa esta ocupada. Todos los días se sientan allí los Hemilton y sus sombras los Goldsmith. Será mejor que no te sientes nunca en esa mesa._ El resentimiento en su voz era patente, abri mas los ojos.
_¿Por quien? ¿La reina de Inglaterra? Es solo una mesa…_
Me calle cuando Melani me interrumpio, con esa tipica mirada de complicidad y maldad que suele haber en los rostros de chicas como ella cuando tienen la intencion de hablar de alguien.
_ No entiendes. Tu no sabes la historia. Claro, eres nueva. El primero en desaparecer se llamaba Víctor Hemilton. Cuando la policía los interrogo al resto por su ausencia, ellos dijeron que la ultima vez que lo habían visto fue en el bosque. Un año después otros dos desaparecieron, Josephine Hemilton y Marco Goldsmith. Y otra vez ellos le dijeron a la policía que la ultima vez que los habían visto era en el bosque. Demasiada coincidencia…¿No te parece?_ dijo resaltando la palabra coincidencia lo mas que pudo.
_ Si ellos hubieran estado implicados en las desapariciones la policía ya se hubiera encargado._ opine.
_No. Sus padres son bastantes adinerados, además ellos pertenecían a su familia. Al cabo de poco tiempo se cancelaron todas las búsquedas. Nadie volvió a hablar del tema._ hizo una pausa y bajo la voz para darle mas dramatismo_ Pero la gente del pueblo no lo ha olvidado._
_Mejor que hayan dejado todo asi. ¿Porque buscar algo que no se quiere encontrar?_ dijo en voz baja Brenda mientras jugaba con la tapa de su botella en la mano.
_¿Algo que no se quiere encontrar?_
 Melani me toco el brazo para que la mirara.
_ Ellos son raros… aunque Victor era muy agradable, y sociable _
_¿Quien es raro?_ dijo Andrew mientras se sentaba al lado de Brenda.
_Hey! Si hablan de alguien raro de seguro que hablan de los maleficae._ dijo un chico que usaba frenos, aunque eso no perjudicaba a su aspecto y apostaria todo el dinero que no tenia a que el lo sabia. Su pelo era negro y su piel… no hablare de su piel.
 Me habia llamado la atención la palabra maleficae, pero lo olvide de inmediato con lo que dijo Andrew:
_Asi que estubieron hablando de los raros de los Hemilton y sus perritos falderos los Goldmish… ¿o era al reves? Ya no recuerdo. Bueno, lo unico que tienes que saber de ellos es que no son como tu o…_
_... o como nosotros, no tienen tanta suerte… _ siguió el chico de los frenos.
_...y que no debes acercarte a ninguno. No queremos mas desapariciones._ termino Andrew.
 No queremos mas desapariciones.
 _Hey! Tu eres Angel ¿no es cierto?_ me pregunto el amigo de Andrew interrumpiendo mis pensamientos.
_Jana._ dije mecánicamente.
_Yo soy Alcide._ Alcide me extendio la mano por ensima de la mesa y me la estrechó con fuerza._ Jana es un nombre bonito, pero Angel… ese te hace mas justicia._ El no me soltaba la mano._ Si defini…._ se interrumpio inmediatamente al desviar su mirada a mi otra mano.
 Solto mi mano derecha y me arrebato la izquierda, que estaba apollada por ensima de la mesa, no me habia dado cuenta que mi jersey se habia levantado un poco.
 Se me paro el corazon.
 Pense que ya no se notaban. Me dije a mi misma.
 Le dije adios a mi vida tranquila. Los del instituto llamarian a Michele, habria mucho barullo…
_... ¿es eso un tatuaje?_
 Como la gente que se reune alrededor de un accidente todos se acercaron a mi mano para ver mejor. Unas agraciadas lineas azules sobresalian de la manga de mi jersey, pegadas para siempre a mi piel. Un recuerdo de que no volveria a beber.
 Suspire de alivio. Disimuladamente mire la muñeca de mi mano derecha, la cicatriz no se notaba.
 Otras personas que pasaban se acercaron para ver tambien.
 Sin timidez Melani me subio la manga, la subio y la siguio subiendo. Todos cada vez viraban mas atonitos. Las lineas desaparecian y volvían a empezar, danzando a su antojo en mi piel. Algunas del grosor de un cabello, otras enroscadas alrededor de pequeños copos de nieve. Mientras mas piel se veia, mas detalles se podian apresiar.
 Detuve la mano de Melani. Ella parecio despertar de un trance a mi contacto.
_No te molestes en encontrar el final._ le dije con una timida sonrisa.
_¿Hasta donde se extiende?_ Andrew parecia fascinado.
_ Hasta lugares que nunca podran ver._
 Sentia como me ardian las mejillas, Andrew se sonrio con picardia.
_Si no hubiera mirado mas de cerca, no lo hubiera visto. Es un excelente trabajo ¿En cuantas seciones lo hiciste?_ pregunto Eddy.
_Una._
 Todos los ojos que estaban sobre mi brazo se posaron en mi rostro.
_Bobadas._ dijo Melani.
_Nop._
_¿Y no te dolio cuando te lo hacian?_
_Claro._ dije tan despacio que casi ni yo me oi.
 No les iba a decir que un dia me desperte durmiendo en el piso de la habitación de Carmen, una de mis amigas de las vegas que entre tantas cualidades, era una perdida, con un gran dolor en casi todo el lado izquierdo de mi cuerpo. Un dolor que no habia sentido desde las operaciones que tuve que hacerme para arreglar las cicatrices que habia tenido después del accidente.
 No, claro que no se los iba a decir.
 Escuchamos en timbre.
 Salvada por la campana.

Michael.

 No habia podido dormir. No era algo nuevo para mi, no dormia desde… bueno, desde hacia mucho tiempo. Pero la causa esta vez habia sido muy distinta a mi habitual falta de paz.
 Angel.
 Un nombre muy pretencioso. Una criatura terrenal nunca podria acemejarse a un angel, un ser tan perfecto, tan puro, que no podria ser real, al menos no en el mundo de los hombres.
 No habia podido sacarla de mi mente desde el sabado que la vi, cuando ibamos hacia el almacen para “mantener apariencias”, como decia mi tia. Al momento que nuestros ojos se cruzaron, no pude detener el auto y segui de largo. Ni Anastasia ni Malcom se movieron, como si no debiéramos parar alli. Pero yo lo supe, los oi. Anastasia me pregunto ¿por que? con esa voz interna tan hermosa que ella tenia. Malcom solo me dijo: Deverias comer mas seguido.
 Todavia no podia creer que habia ido al instituto, arriesgarme de esta manera. Era ridículo, me sentia ridiculo. Pero necesitaba cerciorarme.
 Un cuerpo agil, nada que no haya visto antes.
 Un cabello largo y ondulado de un castaño casi cobriso que enmarcaba llamativamente un rostro que habia logrado un equilibrio entre lo simple y lo atractivo. Todo bien hasta ahí.
 Pero eran sus ojos, era por ellos que yo estaba alli. Profundos como un oceano, intensos como un fuego azul. Poseedores de una mirada indescifrable que tenia el poder de fundir un alma directo a la oscuridad o elevarla hacia el cielo.
 Unos ojos hermosos. Inhumanos, sombreados por una resignada pena que era tan familiar para mi que instantáneamente provocaron un sentimiento de indentificacion que mezclado con algo mas me calaba hasta los huesos.
 Sono la campana.
 Me escondi mas entre los arboles.
 Se notaba que no le gustaba estar entre mucha gente, no es que no lo hiciera bien. Tenia un don para hablar con las personas, la escuchaban. Todas las mentes se anclaban en ella cada vez que hablaba. Me senti sorprendentemente sorprendido al ver sus tatuajes, que al parecer no eran ni una cuarta de lo extensos que eran. ¿Qué impulsaba a una joven aparentemente tranquila a tatuarse? Con los años habia aprendido que los que los muestran, se los hacen para mostrarles al mundo quienes son o para llamar la atención y los que no los muestran, los llevaban como un recordatorio, una marca.
 Cuando se habia quedado mirando hacia mi direccion, por un momento crei que ella me habia visto, claro que eso era imposible. Pero por su mirada perdida me di cuenta de que miraba el paisaje. No sabia si sentirme desepcionado o tranquilo porque no me hubiera descubierto. Por un momento en sus ojos hubo tanta paz, por un momento crei que me habia visto a mi, que yo habia causado esa mirada.
Me rei cuando nos llamaron maleficae, no escuchaba esa palabra desde hacia años. Tendria que haberme sentido aliviado cuando Melani, solo pensar su nombre me daba escalofrios, y Brenda, una de las mentes mas nobles que he tenido el placer de oir, le contaron sobre nuestra “historia”. Pero no fue asi. De pronto paso algo que antes no habia ocurrido, quise defenderme, explicarle todo. Asustado por mi propia reaccion retrocedi sin darle la espalda al instituto.
 Cuando me voltee, ya me habian quedado claro tres cosas.
 La primera: Angel Stevens no era como nosotros. Y como odie formar parte de ese nosotros.
La segunda: No podia oirla, y eso, a pesar de ser aparentemente humana, era malo, muy malo. Solo pasaba con las mezclas, pero ella tampoco parecia eso. Ella era algo desconocido.
La tercera: Para nosotros lo desconocido era sinonimo de peligro .Angel, Jana, era peligrosa. Ella era peligrosa y no lo sabia.
 Debia alejarme de ella. Alejarme lo mas posible. ¿Pero porque el pensamiento me parecia imposible?
 Me sentia confundido, no me habia sentido confundido en… nunca.
 Por eso corri, corri como si mi salud mental dependiera de ello. Podia escuchar la musica a mi alrededor: las hormigas caminando en fila sobre un tronco caido, el aleteo de los insectos y aves, la brisa en las hojas, los corazones. El bosque estaba vivo y se movia a su antojo a mi alrededor, ignorandome al no representar una amenaza por el momento.
 Una hermosa melodia, acompañada por el sonido de los corazones de los estudiantes del instiutos y dirigidos por uno en particular, cuyo ritmo calmo se habia grabado en mi mente como la marca de un hierro caliente, como los tatuajes de su piel.
 Corrí más rápido.

Jana.
 Para cuando ya se me habían ocurrido un par de escusas razonablemente convencibles, Andrew apagaba el auto en frente de la cafeteria Dolly`s punto de encuentro para después de clases considerado prácticamente una tradicion entre los estudiantes de la  Houston Secondary School. Me plante firmemente en el asiento del copiloto. Andrew miro mis manos sujetas al asiento y mi rostro mirandole mientras sonreia con una gran sonrisa demaciado poco inocente.
_Son solo personas._ dice mientas abre su puerta y sale.
 Lo segui con la vista mientras rodeaba el auto y abria mi puerta.
_Sube al auto y llevame a casa._ le ordene con un tono de voz que habia sido temido por muchos.
_Vamos, sal._ dijo demostrandome que podia tornar su sonrisa aun mas encantadora, lo mire fijamente, no flaqueo en ningun momento, era un niño valiente.
_Te recuerdo_ dije con un tranquilidad que no poseia_ que esto esta ocurriendo contra mi voluntad._ Segui mirandolo fijo, mi careta se derrumbo un segundo despues._ Mira Andrew, no soy muy sociable, prefiero estar sola y creo que nunca nos hubieramos vuelto a hablar si no me hubieras pasado a buscar hoy por la mañana._
_No muerden, al menos no todos_ dijo ignorandome y riendose de su propio comentario.
_Llevame a mi casa y ya. Tengo que hacer una cena._
_Segun tengo entendido, Michele no regresa hasta las siete y media y son las…_ se remanga la campera y el jersey para mirar el reloj_ tres y media. Tengo meticulosas instrucciones de que te entretubiera._
_ ¿Y quien…_ suspire.
 Michele.
_Olvidalo._
La listilla, se lo habia pensado todo. Hey! No dejen manejar a la inestable Jana, y por sobre todo no la dejen sola!!
 _Ok._ me saco de mis pensamientos Andrew. Lo mire, parecia mucho mas grande desde yo estaba sentada._¿Saldras del auto o voy a tener que alzarte hasta la entrada?_
 En sus ojos vi que no bromeaba, Sali del auto, pero no sin mostrar mi desacuerdo.
Mire detrás de el a una sonriente Melani saludandonos enérgicamente. Ya no tenia vuelta atrás, tendria que ir. Esa chica parecia encontrarme en cualquier lado.
Andrew se volteo y devolvió el saludo.
_Ja! Mira!_ dio regocijandose en mi cara._ Ya nos vieron, no hay vuelta atrás._
 Una rafaga de viento levanto mi cabello en casi toda su extencion. Andrew me ayudo a sacarlo de mi rostro y dejo el mechon mas largo detrás de mi oreja.
_¡Vaya! Es aun mas suave de lo que parece._
Qué sutil!, pense, pero no pude evitar sonrojarme y morderme el labio inferior, me sorprendi cuando el cumplido no me causo repugnancia, como solia pasarme. Camine hacia la cafeteria para ocultar mi confucion. Definivamente la novia de Andrew seria afortunada.
 Al entrar a Dolly’s me invadieron todos los aromas que habia disfrutar cuando habia venido con Michele. El café, las tartas, el olor a carne que senti cuando un de las camareras paso con un vandeja. Me encantaba su olor, pero inmediatamente después de comerla, sentia una gran desepcion, como si no fuera suficiente. Motivo por el cual era vegetariana.
 Había ancianos disfrutando de un café mientras jugaban al ajedrez en una mesa. Una familia comiendo un postre. Unos leñadores bebiendo unas cervezas.
_ Ire por unos cafes, ¿como quieres el tuyo?_ me pregunto Andrew.
_prefiriria un Moca._
_No hay problema._
Mire alrededor buscando a las chicas.
_Aaaaaquiii._ Me di vuelta rapidamente, cualquier cosa por callar esa vos.
 Me dirigi hacia ellas y les regale un sonrisa tipo Kodak.
_Hola de nuevo._ me dijo Brenda, correspondiendo a mi sonrisa.
Estaba por contestar cuando las chicas se me quedaron mirando con un expresión extraña. Como acto reflejo lleve la mano a mi pelo, pero detuve el movimiento, no me importaba realmente.
_Hooola_ escuche detrás de mi.
 Me di la vuelta para saludar a quien fuera dueño de aquella voz. Un chico unas buenas dos cabezas mas alto que yo me miraba con una sonrisa que hacia que brillaran sus ojos cafes. Un moreno que, a pesar de que era un grandulon de pies a cabeza no resultaba amenazante. Me agrado al instante.
_ Nombre. Estado civil. Edad. Color favorito. relacion con Brenda._ exigio.
_jana. Sola. Informacion confidencial. Informacion perdida. Posible amistad._
_Lo has hecho bien._ aprovo asintiendo_ Condenadamente bien. Eres rapida de mente._
Le sonrei sinceramente.
_Gracias_
Se sento enfrente delas chicas no quedandome otra opcion que sentarme a su lado.
_Bueno, ahora mi turno._ Ispiro profundamente._ Bismark. Comprometido. Dieciocho. Verde miel. Es mi razon de existir._ dijo en orden mirando a la persona en cuestion.
 Brenda puso un expresión de empalagosa dulsura, se tomaron de las manos por sobre la mesa y la expresión de devocion de ambos aumento hasta rallar con lo imposible.
_Oh…_ suspiro ella_ eres mi lobo del infierno._
 Irradiaban tanto amor que mire alrededor para ver si alguien no estaba usando anteojos de sol. Luego me rei de mi ocurrencia. Melanie me miro confundida.
 _ La palabra loo hace que se me venga un chiste a la mente._
_ ¿Cual?_
 Los tres me miraron atentamente.
 Piensa rapido.
_Esto… No es para ser dicho en publico._
 Comenzarn a llegar mas y mas personas, sumandose a nuestro grupo,  mejor dicho el grupo. Yo no hable mucho mas, una respuesta por alli un comentario por alla. Note como la tension de mi cuerpo iba disminuyendo a medida de se iban olvidando de mi, sumergiendose en temas triviales. Pude observarlos sin que se percataran de ello, pude ver la miradas pasionales entre bismark y Brenda, las de anhelo de Melanie al cruzarse con las de Jhonny. Como sus ojos se iluminaban a la expectativa de una nueva excursión al bosque. Les gustaba mucho la naturaleza.
 Afuera estaba nublado, pero sus sonrisas bastaban para iluminar el dia. Sonrisas felices, con ilusiones y sueños. Los observe y me pregunte si alguna vez yo habia sonreido con tal intensidad, si alguna vez habia brillado.
 Mirandolos, me senti como un anexo.

 Mire el reloj de la cocina.
5:30
 Tenia tiempo de seguir organizando mi nueva vida. Subi hasta mi cuarto y deje mi mochila en el sillon de mi escritorio. La habitación aun tenia muchas cajas apiladas contra las paredes, pero ya no tenia espacio para las cosas que estaban en su interior. Sin ni siquiera pensarlo me tire en la cama, en solo pensar que tenia que pensar donde poder todas esas cosas me cansaba. Odiaba mudarme.
 Volvi a mirar las cajas y me levante de un salto. Debia ser positiva. Apile dos cajas y puse mis manos debajo de ellas. Hice presion hacia arriba pero las cajas no se movieron.
 Bueno, no tan positiva.
 Suspire y me lleve la caja superior a al que solia ser el cuarto de huerpedes que Michele rebautizo como EL cuarto. Habia un papel pegado en la puerta, l acercarme distingui la letra de Michele:
 Jana: EL cuarto es tuyo, has con el lo que se te antoje.
 Entre haciendo presion con la cadera en la pruerta. Sonrei al ver las paredes pintadas de blanco, un lienzo para mi. Habia muchos libreros vacíos que no reconoci, me era imposible no querer a Michele, a veces parecia estar en todas. Deje la caja en el piso y fui  buscar la siguiente y la siguiente. Al terminar sonrei al pensar que diria mi fisioterapeuta si me viera, estaria orgulloso o espantado. Sacando la imagen de mi mente comenze a poner los libros que ya no enraban en mi habitacion en los libreros.
 Suspire de satisfacción al terminar, saque el celular.
 7:00
_¡Maldicion!_ el tiempo habia pasado sorprendentemente rapido.
 Corri escaleras abajo y llegue derrapando a la cocina, lo que me gustaba de vivir prácticamente sola, uno puede hacer lo que quiera. Me detuve en frente de la encimera y me lave las manos. Ni siquiera habia pensado que hacer de cenar.
 Comenze a abrir las despensas un tiron agudo en mi pierna izquierda hizo que me congelara en el lugar. Bueno sin duda ahora si sabia lo que diria mi fisioterapeuta: “Usted deberia ejercitar su pierna y brazo mas seguido Ángel”.
 Muy lentamente me incorpore a la posición original, la pierna seguia doliendo.
 Tendria que ir a un fisioterapeuta en la ciudad. Pense.
 En California tenia uno, pero no iba muy seguido. Sin embargo, con el frio tendria que ir a uno mas seguido.
 Maldito pueblo!!!
 Como no sabia donde habia puesto mis calmantes, decidi recurrir al plan B. Consistia en respirar profundo, una y otra vez y otra vez y otra vez… Al ver que el plan B no hacia efecto, comence a revolver cada cajon de la cocina, prosegui con el resto de la casa cuando no encontre nada, hasta que llegue al baño de la planta baja y, después de revisar un poco desesperadamente, vi un pequeño cofre de palta, que era donde guardaba yo todos mis calmantes y medicamentos que me habían quedado del accidente.
 Nota mental: tirar medicamentos vencidos.
 Volvi a la cocina y guarde una tableta de calmantes en uno de los cajones que estaban a mas facil acceso para mi.
 Mi planeado estofado de carne con alcaparras, se transformo en espagueti con queso. Michele se veia radiante, asi que simule estar radiante tambien. No paro de hablar desde que habia cruzado la puerta trasera, que se encontraba en la cocina. Lo bueno de Michele, es que hablaba tanto que no necesitaba mi aporte para mantener una conversación.
 Hasta que llego la pregunta.
_¿Como te fue tu primer dia de clases?
_Como un primer dia de clases habitual._ dije tratando de no darle importancia.
 Levante la vista al ver que no contestaba.
_¿que?_ le pregunte.
_Nada… Yo… Siento que hayas tenido otro primer dia supongo?_ dio terminando la oracion mas en pregunta que en afirmación.
_Oh!_ dije dandome cuenta de lo que habia dicho_ No quise decir eso, digo, me fue bien. Si. Muy bien._
 Me sonrio radiante.
_Fenomenal!_
Frunci mi seño con disgusto.
_Eh… Debo decirte que nadie dice ya fenomenal?_
_¿Ah no?_ me miro confundida.
_Nop._ dije riendome orgullosa de mi misma, al menos sabia mas de lunfardo adolescente que Michele, y eso era un gran logro para mi._ Ahora se dice, genial.
_Lo tomare encuenta. El orgullo es pecado._ me dijo fulminadome con la mirada.
_Tambien lo es la Ira._
 Despues de unos segundos de ver quien aguantaba por mas tiempo la mirada, estallamos en risas, declarando el empate.
 Ya en mi habiatacion, hice algo que no solia hacer me conecte a Internet y al revisar mi correo encontre muchos mails de Maria, mi mejor amiga.
            Angel:
                        ¿Cómo has llegado? Espero que bien. Ya has revisado las cosas que te envie?? Mas te vale que lo hayas hecho!!!! Te envie cosas muy bonitas, mucho abrigo para tu viaje. Tengo mas cosas para enviarte, asi que quiero la direccion exacta, asi podre enviartelas. Esperare tu correo…..
 Con cariño… Maria
 Segui leyendo muchos mails mas hasta que decidi que era mejor llamarla. Como era habitual en Maria me contesto al quinto tono.
_Angeeeeel!!_ chillo de alegria y yo aleje la bosina de mi oido.
_¿Como sabias que era yo?_ pregunte maravillada.
_Daaah, identificador de llamadas._ podia imaginarmela agitando las manos para imitar que hacia un truco de magia solo para molestarme, pero antes de que yo pudiera replicar ella siguió hablando_ Hey!! Por que motivo no has contestado mis mails??? Porque, o sea niña, yo debo ser tu prioridad entre todos tus amigos. Como crees? Acaso me dejas para el final?? Que clase de amiga eres??_ me dijo mitad en ingles y mitad en español.
_Tu sabes que yo no utilizo la computadora. Ay mi niña! Cuando vas a entender que yo y la tecnologia no nos llevamos bien?? A penas y se usar el chat, y gracias a ti._ Le conteste tambien en español.
_Vaya, vaya, no estas tan oxidada como pensaba._ dijo cambiando al ingles nuevamente.
_ Solo pasaron tres semanas de la ultima vez que nos vimos._ le dije.
_Solo, SOLO!!! Eso es mucho tiempoooo!!! Yo soy la unica que mantiene esta ralacion!!_
_Cortale con el chorro dramatico. ¿Cómo has estado?_
_Yo bien, pero eso ya lo se, quiero saber de ti. Según mi calendario, hoy fue tu primer dia de clases. Como te ha ido? Hay algun papi chulo por ahí? Algun ñiño bien hot?_
No pude evitar reirme. Ya sabia yo que ella me preguntaria eso.
_Hay muchachos lindos si. Pero ninguno que me interece. Por sierto, aquí hay muchos que estan bronceados. Puedes creerlo? Yo he vivido en lugares calientes y soleados casi toda mi vida y nunca logre un bronceado decente._ dije descartando el tema chicos.
_Es que tu tienes esa enfermedad de la piel blanca._
_Eso no es una enfermedad, asi es mi piel._ le reproche.
_eso no es cierto, yo se que hay una epidemia o algo parecido._
_Estas siendo racista!!_ le dije fingiendo indignación, nosotras habiamos discutido en broma por mi falta de bronceado por años.
_La racista eres tu, pero solo es que me envidias mi sangre caliente._
 Continuamos hablando hasta que me despedi alegando que necesitaba urgentemente una ducha una hora después. Suspire feliz, hablar con maria me levantaba el animo, me hacia creer que no estaba tan sola y por unos minutos yo podia ser una adolescente normal.
 Me di un baño muy caliente para relajar los músculos entumecidos por el frío. Pro al recostarme en mi cama, no podía dormir. No podía sacarme la mirada del chico del estacionamiento de la cabeza. Decidí que seria bueno dibujarlo para así luego olvidarlo mas rápido. Pero solo pude dibujar sus ojos. No había podido ver mas allá de eso.
 Esa noche estaba muy oscuro. Después de fallar en la empresa, mis ojos comenzaron a pesarme. Y cuando al fin se cerraron a altas horas de la noche esos ojos negros me persiguieron en sueños.

domingo, 24 de octubre de 2010

Secretos en Houston: Capitulo 2

 Capitulo dos. El buen Andrew.

 Desperté de mis horribles sueños… no, pesadillas.
Que conveniente que resulto el único mueble que había en esa casa. Michele y yo dormimos juntas en ese viejo sofá-cama. Cuando abrí los ojos ella me estaba dando la espalda.
_Lo siento._ le dije.
No hubo respuesta alguna, pero yo sabía que mis gritos la habían despertado.

Abrí lentamente los ojos al otro día, gemí de dolor, me estaba matando la espalda. Bueno, al menos no había dormido en el piso. Michele ya no estaba a mi lado. Mire el reloj de mi celular.
11:00 AM.
Me levante de un brinco y me vestí con lo primero que encontré. Una remera negra que decía made in New York en la parte baja de la espalda con letras rosa chillon y con un jean claro. Acto seguido me encerré en el baño. Se suponía que vendría el camión de la mudanza, o ya había venido, y yo no quería quedar como la holgazana hija de la dueña que durmió durante toda la mudanza. Me deje el pelo suelo, no tenia tiempo para coletas o trenzas.
 Estaba por bajar las escaleras cuando me percate de que la planta alta lucia diferente, claro, habían ya comenzado subir los muebles. Rogué internamente que no hayan venido hacia mucho tiempo.
 Me disponía a dar el primer paso hacia abajo cuando el sonidos de risas y muchos “gracias” me paralizaron. Risas jóvenes.
No, pensé.
Corrí al cuarto del sillón y mire por la ventana. Un camión, tres autos.
No.
Michele se había atrevido a pedirle ayuda a los pueblerinos. Desde mi ventana podia ver la calco Houston Secondary School, Lighting the way. Genial. Ahora tendría conocidos antes de entrar al instituto. Esto iba mal, muy mal. ¿Cómo haría para pasar desapercibida?
 Baje la escalera, despacio, como si me dirigiera a mi ejecución. Me pare al final de la misma. Había seis jóvenes y dos adultos comiendo torta en mi sala de estar, supuse que lo era ya que tenía los muebles de mi antigua sala de estar.
 Estaban comiendo pastel y tomando limonada.
 Pero todo movimiento y sonido se detuvo. De pronto tenia ocho pares de ojos  en mi. Los adultos volvieron a su pastel y a su conversación en seguida.
Pero yo un tenia seis pares de ojos en mi.
_Hola._ dije. No me gusto el sonido de mi voz, muy tímido.
 Al diablo, había que aceptarlo, nunca tuve el perfil de una chica popular, si yo había pertenecido a la cúspide social alguna vez fue gracias a María y a mi relación con los dos chicos mas populares en la escuela. Al fin, popular por asociación.
 Uno de los chicos se levanto y se acerco a mí.
_ Andrew._ dijo, ofreciéndome la mano._ Y tú eres Ángel. ¿No es cierto?_
 Acepte la mano. Un signo universal se asociación en la tierra.
_Jana._ le corregí._ No me gusta Ángel._
_Mucho gusto._ dijo terminando en saludo y pasando su mano por su brillante cabello.
Era rubio, apuesto. Maldición, de seguro que tenía mi edad o andaba cerca.
 El resto de grupo seguía mirándome, atónitos.
Okey, lo entendí, la remera es muy… muy de rubia. Pensé.
 Andrew miro atrás.
_Discúlpalos. Es que Michele nos había dijo que tenia una hija. Pensábamos…_
 Michele, le dijo Michele, no señora Hopkins…
_Pensaron que era más pequeña._ genial, ahora todos lo sabían. La niña adoptada del pueblo.
Andrew asintió. Volvió a mirar hacia atrás. De repente otro de los chicos se levanto y me ofreció su mano.
_Eddy._
 Eddy era alto, se notaba que hacia mucho ejercicio por debajo de su camisa de leñador. Lucia descampanante, como si hubiera sido él el que venia de California y no yo. De hecho los seis lucían así. Bronceados.
 Que injusta que era la vida.
_Mucho gusto y gracias._
Recordé eso que suelen llamar buenos modales.
_Muchas gracias a todos._ dije en voz más alta para dirigirme a todo el grupo.
Andrew señalo a uno que acababa de levantarse.
_Al._
 Al era alto y… alto, también apuesto. Su cabello era corto y muy negro. No es justo, pensé, yo soy la que ha vivido toda su vida en ambientes más que calidos y ellos que nunca salieron de este pueblo están más bronceados que yo, no es justo.
 Me estudio con sus ojos avellanas mientras Andrew señalaba a otro chico que se levanto y camino hacia mi.
_Johnny._ dijo Andrew de mala gana.
 Johnny me estrecho la mano, pero luego, en vez de soltarla, me dio un beso en el dorso. De repente la imagen de mi ex novio, el otro Johnny cruzo mi mente. Cuando nos conocimos el había echo lo mismo.
 _Un placer._ dijo sin soltarme la mano, de acuerdo, su voz era diez veces mas seductora que la de de mi ex.
 Nota metal: aléjate de el… dios, y ni siquiera es de mi tipo…
Clavo sus ojos verdes en los míos, su cabello rubio brillaba con la luz del sol que traspasaba la ventana. Yo comencé a sentir calor en mis mejillas, me estaba sonrojando. La auto reclusión aumento mi timidez, antes, no me sonrojaba por algo como eso. Era un poco tímida si, pero eso nunca se noto en el exterior. Solo había dos personas que sabían de esa característica, María y Johnny, mi ex novio, pero ahora el Johnny de Houston se aprovecharía de esa característica.
_Ítem._ dije yo soltando su mano.
_Dick._ dijo otro levantando la mano.
 Dick era más pequeño que los demás, más delgado, y aun así era lo bastantemente atlético. Su cabello era de un castaño oscuro y sus ojos como la miel.
_Justin._ se presento el último. Me llamo la atención su cabello, parecía negro y a la luz un poco colorado. Sus ojos cafés estudiaron los míos por una fracción de segundo, parecía buscar algo, pero desapareció tan rápido como vino. _ Tu madre sabe donde comprar pasteles._
 Todo precia muy raro, como si se esforzaran en hablar conmigo, como si hubieran visto algo en mí que los inquieto.
Que paranoica eres, es solo tu imaginación. Dios, la reclusión no te hizo nada bien.
_Ah… si… ¿Ella los llamo verdad? Lo siento. Es sábado, de seguro tenían planes._
_No hay problema. Hace mucho que no pasaba algo interesante en Houston, así que cuando mi padre me pidió que viniera para ayudar con algunos chicos del equipo, inmediatamente pensé en los cinco perdedores que de seguro no tendrían nada que hacer._ dijo Andrew con una nota de humor.
_Lo que diga el capitán._ bufo Eddy.
 ¿Capitán? ¿Equipo? No, no otra vez. Me dolía el estomago.
Habrán visto mi expresión porque Eddy se río y luego aclaro.
_Lo siento. Bueno veras, puede que aquí no tengamos tu precioso futbol americano…_
_Yo le digo futbol._ dije
_Lo que sea, pero tenemos el rugby, que es un poco diferente._
_Es mejor._ dijo Johnny y todos comenzaron a reír.
 Aprovechando la situación me escape a la cocina. Michele estaba guardando la vajilla en el aparador. Cuando me vio sonrío abiertamente. Me acerque a ella como un rayo.
_Tú._ dije en tono acusatorio señalándola con el dedo.
_ ¿Yo qué?_
_ Tu._ repetí señalando ahora la sala de estar.
_Yo no los traje si es lo que piensas. Es de parte de Ed._
_ ¿El jefe de policía?
Claro… -cuando mi padre me pidió que viniera-. Ahora entiendo.
_Sip. Fue muy considerado de su parte… Ahora siéntate y come._ apunto un plato con pastel enzima de la mesa y luego volvió a sus actividades.
 Me senté en mi vieja mesa y comencé a comer, el pastel estaba muy bueno. De repente un interruptor se encendió en mi mente.
_Ajá! Tu compraste este pastel en Dolly’s ayer por la noche. Sabias que ellos vendrían._
Michele dejo de guardar las cosas por un momento para dar un largo suspiro, pude ver sus hombros bajar al exhalar.
_Bueno, si, lo sabia._ acepto al fin. Se dio vuelta para mirarme a los ojos._ Si Mahoma no viene a la montaña…_
Si Jana no busca amigos…Pensé a su vez.
_Esto es innecesario._ suspire.
 Andrew entro a la cocina.
_Michele, nosotros vamos a continuar. Gracias por el pastel, estuvo delicioso._
_Gracias a ti cariño._ le respondió. Yo rodé los ojos._ Jana, tienes que ir a comprar los víveres._
_Ok._
 Si, puedo escapar de este lugar.
_Aquí tienes la billetera._ saco la billetera de tu bolsillo trasero y la tiro para atrás sin ni siquiera mirarme.
 La billetera voló por enzima de mi cabeza. Andrew la agarro en un rápido movimiento y me la tendió. Articule un >Gracias< con los labios, el me respondió con una sonrisa.
_La lista esta adentro…_ el tono de Michele se fue apagando y concluyo con un el ruido de la palma de su mano chocando con su rente, ella siempre hacia eso cuando se daba la cuenta de algo que había pasado por alto._ Arg! Tú no sabes donde queda el almacén._
_Yo puedo llevarla._ me sobresalto la voz de Andrew, pensé que se había ido._ Además… no creo que pueda con todo_ agrego cuando plegue la lista y mis ojos se abrieron mas de la impresión._ Veo que realmente necesitan provisiones._
_ ¡Muchas gracias!_ dijo Michele dándose la vuelta.
 A mismo tiempo yo casi grite.
_No!... no es necesario, ya hiciste mucho. Yo puedo ir hasta el pueblo, luego, pediré indicaciones._
 Michele me fulmino con  la mirada.
_ ¿En que auto?_
_ El tuyo._ dije automáticamente.
_No._
_Pero…_
Michele se dio la vuelta y agarro una pieza de vajilla de plata.
_No manejarás el Shelby._
 Eso me tomo por sorpresa.
_ ¡Por favor! Yo soy buena manejando… no pasare el limite de velocidad…_
_No se trata de eso._ me corto ella secamente
_Entonces…_
_No! Y punto… Ahora no._ de repente Michele me pareció mucho mayor. Muy pocas veces ella actuaba como la madre y adulto de la casa._ Cuando las cosas se estabilicen._
 Eso me golpeo en el pecho.
_ ¿Se estabilicen?_
 No sabia que sentir, si rabia o tristeza.
_Sabes a que me refiero._
Pero de lo que estaba segura era de que ese comentario me hirió.
Claro que yo sabia a que se refería. Ella había querido decir: “No, hasta que te estabilices.”. No hasta que este segura de yo no iba a irme conduciendo.
 No podía creerlo. Que esa día se había pegado tanto en los recuerdos de Michele, ya había pasado mucho tiempo. Ni ella ni John me habían confiado un auto desde entonces. Yo pensé que país nuevo, vida nueva, comenzar otra vez. Pero los fantasmas de mi pasado sabían seguirme muy bien. No se cansaban.
 En ese momento entendí porque me había comprado un auto al que le faltaba mucho por arreglar. Meses ella había dicho. Michele todavía creía que volvería a escapar. Todos decían que lo había echo porque era frágil emocionalmente, pero ¿como podían saber porque lo hice, si ni siquiera yo lo sabia?
 Ahí estaban los hechos, pero no los porqués.
 Yo recordaba muy bien ese día. Había salido de la escuela, hacia dos semanas que había cumplido dieciséis años y una que tenía mi licencia. Usaba el auto de John, seria temporal hasta que me compraran uno, había tomado la interestatal, pero en vez de doblar en la intersección, que se dirigía a mi casa, seguí de largo. Termine cruzando el estado y llegue a las vegas. Los brazaletes de plata en cada una de mis muñecas brillaban con el sol. Me encontraron esa misma noche dormida sobre mi piano, en mi antigua casa, John y Michele estaban muy asustados. No volví a hacerlo.
 La voz de Michele me trajo al presente.
_Ve, por favor._ Reconocí el tono en seguida, debía obedecer.
_Ok._ susurré.
 Me levante de la silla. Andrew, que había observado toda la escena, se me adelanto hacia la salida. Su forma de caminar me gustaba, tenia mucha confianza en si mismo. Pasamos por la sala y observe que ya no había nadie en ella, todos habían vuelto al trabajo.
 Afuera Al y Eddy bajaban un mueble del camión. Reconocí mi librero.
 _ ¿Y este adonde?_ me pregunto Al.
_ Ese es mío. Eh… subiendo la escalera, es la puerta del fondo a la derecha.
_Si señor._ respondió Eddy.
 No pude evitar reírme, con ellos era difícil mantener la compostura.
_ ¿vamos?_ Andrew me esperaba con la puerta de su honda civic 2000, en muy buen estado, abierta. Una gran sonrisa iluminaba su rostro. Dios, era apuesto. Era una mezcla del tipo que ayudaría a una ancianita a cruzar la calle y de motociclista del infierno.
 Le guiño el ojo a alguien mientras yo entraba, no llegue a divisar quien.
 Dio la vuelta y subió, todavía tenia la misma sonrisa, ¿Mencione que se veía bien sonriendo? Cuando estuvimos a unos cien metros de la casa, no lo pudo aguantar más y exploto en carcajadas.
 Lo mire atónita y al cabo de unos segundos yo también comencé a reír.
_ ¿Que?_ le pregunté.
 Al menos tenia un punto a favor, a pesar de sus espasmos de risa seguía conduciendo con una asombrosa habilidad.
 Al fin suspiro y se calmo, pero la sonrisa no desapareció de su rostro.
_Nada… es que… ah…_ volvió a suspirar, esta vez como si recordara algo que lo hacia sentirse satisfecho_ debiste haber visto la expresión de Johnny, parecía que quería sacarme los dientes con una pinza… uno por uno…_ me miro para agregar el resto_ el quería llevarte al almacén, ya sabes, para conocerte… no debes dejarte influir por el es… no es bueno para ti._
 Fije la vista en los árboles. De repente me sentí adolescente otra vez, sentí como mi boca formaba una sonrisa.
_ ¿Y tu eres bueno para mi?_ abrí los ojos sorprendida._ ¿Yo no dije eso verdad?_
_Si, si lo hiciste._
 En ese momento mas que nunca me concentre en la formas de los árboles, su color, tamaño… No podría volver a mirarlo nunca más, definitivamente necesitaba practica para relacionarme. Esa era la conversación mas larga que había tenido con una persona que no fuera Michele, John o María que tenia en un año y ya estaba mezclando los comentarios que me guardaba para mi misma y los que mencionaba.
 Escuche la risa de Andrew a mis espaldas.
 Concéntrate en los árboles… se esta riendo de mi… son verdes, los árboles son verdes… ah! ¿Ese era un eucalipto?
_... ¿me estas escuchando?_
_ Lo siento, ¿Qué dijiste?_ seguí mirando los árboles.
_Que…_ paro, analizando lo que diría y luego suspiro_ nada, olvídalo._
El resto del camino al almacén fue el típico interrogatorio a la chica nueva: películas favoritas, música favorita, hobbies, lugares que visite y un montón de preguntas que una chica normal contestaría sin problemas. Pero yo…
 No miraba televisión, no iba al cine.
 No escuchaba dos semanas lo mismo y la música que me gustaba el no la conocía.
 Hobbies, ya no tocaba al piano, no tenía piano.
 Cuando llegamos a la pregunta de los lugares que visite, bueno, me fue relativamente bien, yo había viajado mucho, pero cuando dije las vegas pare bruscamente.
_ ¿Las Vegas?_ pregunto Andrew al cabo de unos segundos.
_Eh… si... yo, yo vivía allí… ah! Ya llegamos._
 Me salvo un almacén. No siempre habría una interrupción. Algún día tendría que contárselo a alguien.
 Un señor muy canoso me miro fijo cuando entre. Esa parecía ser la costumbre del pueblo. Le calcule unos cincuenta, aunque estaba muy deteriorado. Andrew hizo las debidas presentaciones y comenzamos las compras. Una hora después estábamos en la entrada otra vez. El cielo estaba nublado, como estaba desde que llegue.
 Andrew cargo dos cajas y se dirigió al auto. Yo cargue la tercera y lo seguí. Apenas la levanté, sentí que algo crujió en mi espalda. Andrew intento ocultar su sonrisa, pero no podía evitar burlarse de mí intentando llevar esa caja. El podía con una en cada brazo. ¿De donde sacaba esa fuerza? A pasos lentos y calculados llegue al auto, no me separe de mi caja y no lo hubiera hecho aunque me apuntaran con un revolver. Me preguntó dos veces mas si quería que el la metiera al auto, pero yo me negué rotundamente, estaba jugando mi orgullo en aquello.
 Me quede mirando a la calle mientras el se encargaba de la mercadería. Le termine dando la espalda al darme vuelta para poder observar mejor el "centro" del pueblo. El almacén se encontraba justamente en una esquina de donde se podía observar todo. Un auto negro venia calle arriba. El BMW M6 llamo mi atención. Recordé a mi antigua ciudad donde veía autos como aquel todo el tiempo. Pero aquí, en este pueblo, desentonaba.
 No, mas bien el pueblo desentonaba con el auto.
 Paso por en frente mío y… lo vi.
 Nunca había visto unos ojos así. Negros, realmente negros. Su mirada me pesaba. Había otros dos mas con el, una chica pelirroja en el asiento trasero y un muchacho en el asiento del copiloto. Pero solo el me miro. Caí en esa profunda oscuridad.
 Frunció el ceño y volvió a mirar al frente. Y así como vino se fue. El y su oscuridad. No supe si sentir alivio o... no supe que sentir.
_Los Hemilton._ la voz de Andrew me despertó. _ Son raros ¿no?_
Quise contestar pero no tenía aire. Dios, como pesaba esa caja. Repase la lista mentalmente en mi cabeza, no, no había ladrillos en la lista. Tenia que reconocerlo, debía hacer ejercicio. Andrew me quito la caja y la guardo en la cajuela.
_Solo te voy a dar un concejo, _ dijo Andrew a mitad de camino de vuelta_ no te acerques a ellos ni a los Goldsmith. Es en serio._
 Lo mire atónita.
_En serio, mira cosas raras pasan cerca de ellos._
_Ok?_ dije durativa.
_Jajaja. Debes de pensar que estoy loco o algo así. Solo te pido que recuerdes lo que dije la próxima vez que los veas._
_Esta bien._
Lo que el no sabia es que con ese comentario solo había aumentado mi curiosidad por el dueño de esos ojos.
Esa noche soñé con el. Soñé que me perdía en su mirada y que podía nadar en ese mar negro. Podía verlo pero no alcanzarlo.
 Un sueño llevo a otro y termine con el mismo sueño de siempre. Me desperté entre sollozos, mi confiable reloj anunciaba las cuatro de la mañana con sus brillantes números rojos.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Secretos en Houston: Capitulo 1

De mi pasado a Houston
 Mis propios gritos me despertaron.
 Saque el cabello de mi rostro. Los números de mi despertador digital iluminaba el piso de mi habitación, desprovista ya de muebles. Brillaban como un anuncio de neón en la oscuridad.
 La media noche.
 El sueño no era nuevo, pero eso no evitaba que sea aterrador, como siempre. Aquella noche de noviembre, ¿acaso me perseguiría para siempre? No era el sueño en si tenebroso, sino lo que representaba.
 Mis padres sonriéndome, caminando cada uno a mi lado tomándome de las manos. Yo como una niña. Luego de la nada, como si alguien apagara la luz en una habitación blanca y radiante, nos golpea la oscuridad. Sus manos desaparecen, se desvanecen de entre las mías y caigo al suelo. Abrazo mis rodillas y me quedo quieta. La luz se enciende, no, aun hay oscuridad pero yo logro ver algo. Noto que ya no soy una niña, soy una adolescente, una mujer.
 Alguien me palmea en el hombro. Me doy la vuelta sobresaltada y veo una niña con un vestido que yo usaba de pequeña, con el vestido que yo había estado usando hace unos momentos. Me siento usurpada. Pero miro bien, la niña tiene unos ojos azules, brillantes, hermosos. La niña soy yo misma. Soy yo de pequeña.
 Pronto me doy cuenta que no es que yo viera mejor. Ella se ve mejor, ella brilla. Me observa unos instantes y sale corriendo. Me abandona. Se une con dos figuras mas adelante, también brillan. Son mis padres.
 Se alejan caminado despacio, dejando oscuridad a su paso. Trato de alcanzarles, pero no me muevo. Comienzo a gritar, pero no me escuchan.
Siempre era el mismo, lo había sido hacia dos años. Michele, mi madre adoptiva, ya no venia a revisar. Se había acostumbrado a mis gritos. También había dejado de preguntar sobre mis sueños. Acostumbrada ya a mis esquivas respuestas.
 Hacia dos años que mis padres y yo habíamos tenido ese desafortunado accidente.
 De la nada ya no estábamos en el auto, estábamos en un prado. Ellos estaban asustados, agarrados de la mano. Parecían prefectos. Recordaba lo extraño que era para mí. Me miraban a lo lejos, apenados, pero perfectos. Mire mi cuerpo. ¿Por qué yo no estaba perfecta? Comencé a asustarme. Me levante para ir hacia ellos y fue ahí cuando me di cuenta de que no podía, no podía avanzar mas de donde me encontraba. En una oportunidad el campo desapareció y pude correr hacia ellos. Llegue a tomar la mano de mi madre y luego algo me arrastro. Lejos.
 Desperté dos semanas después. Mis padres no tuvieron tanta suerte. Ellos nunca pudieron despertar. Murieron en el acto, yo estuve en coma.
 Así era la vida, dios decía tu si, tú ven, no, tu no. No, tu vivirás, pero no tu. Tú vendrás conmigo.
 Mis padrastros, Michele y John, eran los mejores amigos de mis padres. Cuando ellos fallecieron me adoptaron sin pensarlo, se habían casado unos meses antes del accidente. Los trámites para mi adopción fueron increíblemente rápidos. El jefe de mi padre movió muchas influencias, dijo que eso era lo que mis padres hubieran querido.
 Yo solía pensar que Michele y John eran el matrimonio perfecto. Pero al cabo de un año, las discuciones nocturnas eran cada vez peor. Una vez discutieron sobre mí. John quería llevarme ante un doctor. Un psiquiatra, para ser precisos. Nunca olvidaría sus palabras Pensé que mejoraría. Comenzó diciendo. Pero ha empeorado. Desde que cumplió dieciséis su expresión ha cambiado. ¿Acaso no puedes verlo? Mira sus ojos Michele. No dejes que te engañe su sonrisa. Mira en sus ojos, no hay vida en ellos. Ella se canso de luchar para seguir. La expresión de sus ojos  no es normal. Ya no puedo verla así.
 No volvió a mirarme igual desde aquella noche. No volvió a mirarme a los ojos. Yo no le culpaba. El me amaba, pero aquello supero sus fuerzas.
 Nunca supe bien porque fue que al final se separaron. Si fue por mi o por ellos.
 Michele me dijo que había sido porque se dieron cuenta de que no podían vivir juntos. Pero yo siempre supe que mi presencia ayudo un poco.
 Entonces ahora solo éramos Michele y yo.
 Al cabo de unos minutos de admirar mi techo me di vuelta para volver a conciliar el sueño. Seria un día muy pesado el que me esperaba. Debíamos terminar de empacar, pues nos mudaríamos ese mismo día.
 La voz de Michele fue la que me despertó a las seis de la mañana, según mi confiable despertador. Me vestí y salí de mi habitación. Camine por los pasillos y las habitaciones carentes de muebles, ya que estaban de camino a Canadá. Llegue a la cocina y la encontré, me miro con sus ojos de color café. Tenía edad como para ser mi hermana mayor. Veintisiete años. Pero parecía mas joven aun. Ella tenia ese don que muchas mujeres desean tener, los años nunca se le notaban. Solo la expresión de sus ojos aveces la delataba.
_Siempre creí que estabas en contra de las doctrinas del ejercito_ bufe al agarrar el bol con cereales que me ofrecía.
_Ja-ja-ja._ dijo irónicamente_ Jana, ya sabes que debemos irnos temprano. Nos espera un largo viaje._
_Primero tenemos que terminar de empacar las cosas que faltan._ le corregí.
_Ni me lo digas_
 Ambas nos sentamos en el piso y nos recostamos contra la pared de la cocina.
_Voy a extrañar esta casa._ dijo con la boca llena. Así era mi Michele.
_Yo también._ me sorprendió la verdad de mis palabras.
_ Te va a encantar Houston._
 _Pero allí siempre llueve._ dije en un puchero.
_Eso no es cierto._
_ ¡Claro que si! Investigue por Google, es una zona de baja presión. ¿No podrías haber comprado una casa en un lugar mas caliente? ¿O menos húmedo y lluvioso?_
_ ¡Por favor! Para ti si llueve mas de una vez al mes ya es lluvioso._ dijo tranquilamente mientras llevaba una cucharada de cereal a su boca.
_ ¿Bromeas? Espero poder resistirlo._ señale el lado izquierdo de mi cuerpo, el lado mas afectado en el accidente.
_Usaras bastón._ apenas pude entender mientras terminaba de tomar la leche que había quedado en el tazón.
_No!_ gemí.

 Dos horas después no era el frío lo que me afligía. No sentía la sangre en mi rostro. La cabina del avión se hacia cada vez mas pequeña.
 Había una explicación a los síntomas.
 Miedo a volar.
 Desde la fila del medio Michele me observaba preocupada.
 La anciana que se sentaba a mi lado miro mis manos y luego mi rostro. Tenía gestos nobles, me recordaba a mi abuela.
_Yo también antes tenía miedo a volar. No te preocupes querida._
Mi estado no cambio.
_ ¿Quieres que le pida a la aeromoza un calmante para ti cariño?_
_No… estaré bien._
 Me incorpore y tome los auriculares del avión.
_ ¿Segura?_
_Si… la música me ayudara a calmarme._
 Presione distintas teclas de la pantalla táctil que estaba incrustada en el asiento delantero. No lograba encontrar la forma de hacer funcionar esa cosa. La anciana me toco el hombro, yo me saque los auriculares.
_Debes ir a ese menú._ dijo presionando la pantalla._Y ahí puedes seleccionar el tipo de música._ pulso una de las opciones y la música comenzó a sonar._ ¿Ves?_
_Muchas gracias._
 Genial, hasta una anciana sabía más de tecnología que yo. Mire hacia Michele, escondía su rostro con su abrigo, ella dijo que los necesitaríamos mas tarde, se estaba riendo de mi.
 Comencé a buscar entre las opciones que podía elegir. No quería ni pensar ni relajarme. Si comenzaba a pensar, llegaría el arrepentimiento. Arrepentimiento por aceptar la propuesta de Michele de mudarnos a Canadá sumado a la culpabilidad diaria de que yo estaba arruinando la joven vida de Michele, obligándola a actuar como madre. Además del arrepentimiento de que alguna vez, antes de que fuera demasiado tarde, antes de que Michele y John se separaran, antes de arruinar sus vidas, yo pude simplemente haberme ido a vivir con mis tíos como correspondía en aquel momento. Pero al haber dejado que el jefe de mi padre moviera sus influencias, las cosas terminaron como yo quería. El lo llamo el último deseo de mis padres, el hecho de que yo estuviera con quienes yo necesitaba en ese instante. Debí haberme negado.
 Debí haberme negado.
 Era mejor no pensar. Busque por género y presione sobre los archivos de heavy metal. Como era de esperar no conocía ninguna de las bandas. Mi estilo consistía en música clásica. Prefería principalmente los solos de piano. Pero ahora no me ayudarían en nada. Elegí al azar, rápidamente la desconocida música llego a mis oídos. Subí el volumen hasta que lo considere seguro para mis tímpanos. No lograba tapar mis pensamientos.
 Que mas da... pensé para mis adentros y subí el volumen al máximo.
 El avión despego suavemente, mejor de lo que yo esperaba. Cerré los ojos y comencé a tratar de descifrar la letra de la canción. No dormí en todo el viaje, pero me aprendí todas las canciones del álbum.
 La música desconocida siempre me funcionaba. Siempre la utilizaba cuando no podía soportar mis pensamientos. Cuando no hubiera otra cosa al alcance que me distrajera lo suficiente. Por eso mi iPod, cortesía de John, siempre estaba lleno de música que yo ni siquiera conocía. Un nuevo albun me duraba hasta que me lo aprendía y lo borraba para dar lugar a otro. Casi siempre eran los albunes que me enviaba John por correo, el trabajaba en una compañía discográfica, cada semana junto con un nuevo libro. A veces me enviaba dos CDs, a veces mas, algunos ni siquiera todavía habían salido a la venta. Como si supiera lo que yo hacia. Para resguardar la seguridad de su empleo nunca las bajaba a Internet, bueno, para ser franca, no sabia como hacerlo ni me preocupaba mi ignorancia en el tema.
 Algunas horas y un par de tímpanos rotos después, el avión aterrizo. Sin turbulencias, ni aves que se atascaran en el rotor, ni desperfectos técnicas que hicieran que Michele, yo y todos los pasajeros fuéramos a otro tipo de vuelo, a uno que no podríamos regresar.
 Y eso era genial. Aunque si me detenía a pensar morir en un vuelo seria lo mejor. No habría cuerpo que velar o sobre el cual llorar. Sentirías el dolor cuando ya estuvieras a punto de morir. Y sobre todo, que era mi certeza en la vida en ese momento, si ese avión se hubiera estrellado yo moriría joven.
 No.
 Necesitaba música. ¿Donde estaba mi iPod?
 Michele se mofo de mi cuando bajamos el avión y me molesto la brisa. Estábamos a Noviembre y era Canadá.
_Esto no es nada._ me anticipo.
 Eso solo significaba que haría mas frío en Houston. Bueno, pero eso yo ya lo sabia. Pero que lo quisiera aceptar era otro tema.

Llegamos a destino después de un aterrador-para mí- y genial-para Michele- vuelo en avioneta.
 Houston era el pueblo natal de Michele. Cuando me lo confeso, yo no podía creerlo. La idea no me cuadraba. No encajaba con la sofisticada, moderna, vanguardista Michele. En mi vocabulario la palabra pueblo y Michele no irían en la misma oración. A menos que esa oración sea La sofisticada Michele, contadora, nunca había pisado, ni pisaría, un pueblo en su vida.
 Con 3.200 habitantes, Houston era la Capital Steelhead de Canadá gracias al amplio sistema de lagos y ríos que rodean al pueblo.
 Así había sido mi vida. Nacida en Nueva York. Había vivido hasta los ocho años en un departamento con vista al Empire State, donde viví como la niña que todas las otras niñas querían tener de amiga.
 Le siguió Las Vegas, hasta dos meses después de mi total recuperacion del accidente, donde pase de ser la reina de todos los bailes, a la popular auto recluida social que no quería ir a ninguna fiesta ni salir con nadie.
 Aun recuerdo mi primer día de clases en esa escuela. Un día María compartió su almuerzo conmigo, desde entonces fuimos mejores amigas. Cuando nos cambiamos de escuela para entrar a la secundaria, Matt, un chico dos años mayor que nosotras se ofreció a hacernos un tour por la escuela. Dos meses después me convertí en su novia. Desde el principio fuimos populares, éramos parte de las blue girls, junto a Linda y Carmen, siempre llevábamos las uñas pintadas de azul. Cuando a principios de noveno año corte con Matt, no pasó mucho tiempo en que el capitán del equipo de futbol, Johnny, se fijara en mí. Corte con el antes de volverme a mudar, justo un año después de que empezara a salir con el.
 Luego San Diego, donde deje de usar ropa de diseñador y almorzaba sola en algún lugar alejada de todos.
 Para mi disfrute había tantos estudiantes en mi escuela que simplemente no me notaban. Además mi personalidad nunca había encajado con la una adolescente popular. Era madura para mi edad. Además de que nunca me habían gustado las actitudes de algunos de mis amigos, eran… crueles.
 Yo también lo había sido.
 Siempre había pensado que si no era popular no era nadie. Mi madre fue popular en la preparatoria. Mi padre el mariscal de campo. Cuando ellos murieron, no le vi el sentido de vivir así, era como una existencia… vacía, hueca. No me gustaba salir de compras y sin embargo lo hacia, no me gustaba estar rodeada de personas que se fijaban si me había peinado correctamente y aun así me miraba en el espejo seis veces antes de salir de casa. No me gustaba la manera en que mi novio golpeaba a nuestros compañeros solo porque no eran como nosotros o porque le miraban mal o… no se y sin embargo presencie muchas peleas sin hacer nada.
 Yo también había sido cruel.
 Supuse que al final la ropa y los accesorios lo eran todo, sumado a los amigos correctos y a una buena sonrisa para las fotos.
 Superficial. Si, definitivamente ser popular no tiene nada que ver en como seas en el interior, solo el exterior cuenta. La gente supone que porque luces seguro de ti mismo, lo estas.
 Por eso había aprendido que si te alejabas de cierto tipo de personas no destacarías y podrías vivir sin darle explicaciones sobre tu vida privada a nadie. Una vez me había tropezado con el mariscal de campo y –para la envidia de todas las chicas que estaban a mi alrededor- el recogió mis libros. Me acompaño a todas mis clases hasta que le mencione protestas para la protección de los animales y ovnis. La táctica había funcionado. Nadie del círculo popular me volvió a hablar o mirarme después de eso.
 Descubrí que se me daba bien la soledad. Nunca me había apetecido ser popular, pero sentía que si no lo era, no habría nada más para mí. Estaba tan equivocada.
 Solo extrañaba una cosa de esa vida. María, mi mejor amiga. Ella no era superficial. María era simplemente María. Cuando me mude a California seguimos hablándonos. Siempre ella me visitaba cada dos semanas o yo a ella.
 Me pareció raro que esas cosas se me vinieran a la mente en ese momento cuando, oficialmente me mudaba por tercera vez.
 El jefe de policía, Ed según Michele, nos esperaba para llevarnos a nuestra nueva casa. En Houston no había taxis. La casa se encontraba en la zona mas alejada del pueblo, adentrada entre los árboles. El jefe Ed era tímido, no a mis extremos, pero lo suficientemente callado. El y Michele habían sido compañeros de escuela.
 Luego de sobrevivir a diez minutos de anécdotas y un ligero trauma por viajar en la parte trasera de una patrulla llegamos al que seria mi nuevo hogar.
 Estaba al final de una escasamente iluminada calle, que gracias a dios era de asfalto. Cuando estabas por llegar al final del camino solo divisabas a ver un muro de árboles, pero si seguías de largo y virabas a la izquierda podrías encontrarla.
 Era la casa promedio de dos plantas, de tamaño medio, pero enorme para solo dos personas. Estaba recién pintada, sin plantas, sacando a todos los árboles de alrededor. Pero a pesar e todo, calida. Había algo especial en ella. Pero no sabia que.
 Un caminito de piedras te llevaba al umbral. Y otro mas ancho al el garaje del fondo.
 Me quede parada en la acera mirando a mí alrededor mientras Michele hablaba de los viejos tiempos con Ed. Me aventure al interior cuando ya no soporte las anécdotas que me habían estado torturando todo el camino hasta allí. Como la vez en que ella, Ed, su hermano y John hicieron explotar el buzón de esta misma casa cuando nadie vivía en ella.
 Utilicé mi reluciente llave. La casa aparecía tan grande sin muebles. Recorrí cada habitación. Los únicos espacios que estaban amueblados eran la cocina- a excepción de la heladera- y el cuarto de baño. Aunque había un sillón de tres cuerpos en una de las habitaciones de la planta alta.
 Deslice mis dedos sobre los azulejos celestes, eran nuevos. Todo el baño, la cocina y el empapelado del interior de la casa lo eran.
 La casa había sido refaccionada para la venta.
Suspire con alivio. La compra no había sido una mala inversión.
 No.
 La verdad era que quería convencerme de que mi pena por haber vendido mi piano de cola no era en vano, ya que también quería convencerme de que había sido la decisión correcta. Pero sabía que cada vez que caminara por esta casa sabría que mi hermoso piano negro habría pagado la mitad de su valor. Y que nunca volvería a sentarme en el para acariciar sus teclas de marfil, deleitándome con sus incrustaciones en oro, mientras la música que nacía en mi interior se liberaba en ese rose hermoso. Siendo ese momento el único donde yo era yo misma. El único en que el que nada a mí alrededor influía en mí, porque nada existía. Nada excepto yo y mi piano.
 En ese momento había un coleccionista que se revolvía en placer por haber incorporado en su colección una pieza única en su tipo.
 Los pasos de Michele subiendo las escaleras me sacaron de mis pensamientos. La espere en el tope y la vi subir con esa elegancia propia de ella, solo para ver que era esa elegancia era una vez mas arruinada al hacer movimientos exagerados de cintura imitando mediocremente a una diva de Hollywood.
_No tienes remedio._ dije entre unas risas que no podía evitar.
 A veces no sabia quien era la madre y quien la hija.
_ ¿Te gusta?_ me pregunto expectante.
_Es una casa hermosa_ me encogí de hombros.
_Lo siento._ dijo agachando la mirada.
 La mire confundida.
_Es la tercera vez que te mudas…_ intento sonreír pero no lo logro y rompió a llorar.
_No…_ La abrace fuerte y ella aun más a mí. _No… no importa. Yo se que esto es lo mejor._ le dije suavemente, intentando que mi voz la calmara.
_Pero la humedad… tu pierna._ dijo entre sollozos.
 …y mi brazo y mis costillas…
_Mi pierna nada. Todo va a estar bien. Shhh… Shhh…_
 La envidiaba, yo también quería llorar. Ya extrañaba mi otra casa, a María. Ahora ya no nos podríamos ver tan seguido, ya que estábamos en otro país, no en otro estado. Mi piano, quería llorar a gritos, pero eso no ayudaría en nada. Michele decidió que ya no podía vivir más allí.
 Ya nos habíamos mudado una vez por mí, yo había sentido lo mismo cuando vivíamos en Las Vegas y cuando ella me dijo que ya no podía vivir mas en California, lo acepte. Yo la entendía y me iría con ella a donde fuera. Ella era la única que seguía creyendo que yo me recuperaría algún día.
 Incluso más que yo misma.
_ Tu piano…_ dijo abrazándome mas fuerte.
_Lo que más me importa en este momento lo tengo entre mis brazos._
_Te quiero, Jana._
_Yo también te quiero… mama._
 Hubiera querido que sonara más natural.
_No tienes que llamarme así si no quieres._ dijo apartándose mientras se secaba los ojos con una de las mangas de su jersey.
_Pero eso eres. Mi mama._
_No te merezco._
_Llevamos aquí aproximadamente dos horas y ya le afecto la humedad a tu cerebro ¿a que si?_
_ ¿Que clase de tratos le das a tu madre jovencita?_ dijo agravando la voz mientras movía un dedo acusador.
_ ¿A quien quieres engañar?_
 Comencé a hacerle cosquillas.
_Esa es mi niña, siempre desafiando a la autoridad._
 Las cosquillas terminaron cuando mi estomago hizo un ruido aterrador.
_Bueno._ Michele empezó a bajar las escaleras.
 Nuestras maletas seguían al lado de la puerta. Ella agarro su abrigo que se encontraba arriba de ellas. Tomo mi abrigo y me lo lanzo. Puso la mano en el picaporte dispuesta a abrir la puerta.
_ ¿A dónde vas?_ le pregunte confundida.
_A comer_ dijo tranquilamente.
 Acto seguido puso sus manos en los bolsillos de su abrigo. Alzo su cabeza mirando con la mirada fija en el techo, pero yo sabia que miraba a la nada. Siempre hacia eso cuando pensaba.
_ Espero que Dolly’s siga existiendo._ sigo en un suspiro.
 La mire aun sin entenderla.
_Vamos._ dijo saliendo afuera.
 Me puse mi abrigo y cerré la puerta. Michele me esperaba afuera. Comenzó a caminar a la calle oscura al verme. Yo no la seguí. Si pensaba que caminaría en una oscura calle en medio del bosque sabiendo que hay tantos animales por ahí, estaba loca. Se dio cuenta de mi inmovilidad, eso supuse, porque se dio la vuelta, se acerco a mí y me tomo del brazo llevándome a la calle.
_ ¿Le tienes miedo a la oscuridad?_
_No, pero… _
_ nada de peros. Vamos, tengo hambre. A este paso no llegaremos al pueblo dentro de dos horas. Y de veras que tengo hambre._
 La mire asustada. Ya estábamos al borde de donde acaba la luminosidad de la luz exterior de la casa y de donde comenzaba la oscuridad de la calle. De repente paro y se dio la vuelta, doblándose mientras se sostenía el abdomen.
_ ¿Que te pasa?_ le pregunte preocupada.
_Es… es…_ no podía hablar.
Comenzó a reír ruidosamente. Y lo comprendí. Se estaba mofando de mí. Odiaba cuando lo hacia. Lo peor de todo era que yo siempre le creía.
_Eso no es gracioso._
_Tu… tu cara._
No le conteste.
Nos quedamos paradas en ese límite unos momentos. Cuando de la nada ella paro de reír y se levanto. Con las manos se limpio las lágrimas. Aun sonreía.
_Siempre caes._ me dijo.
 La fulmine con la mirada. Nos quedamos así unos instantes, ella aguantando la risa y yo mirándola enojada. Se me acerco y me tomo de la mano.
_Lo siento… es que pones una cara que…_ sonrío_ bueno ya te imaginas._
 No le conteste.
_Es que no pude resistirme… bueno, ahora en serio._ me miro seria mientras yo arqueaba una ceja ante la frase “en serio”_ Tengo una regalo para ti._
 O no. Dijo REGALO. No me gustaba esa palabra. Sus regalos siempre eran tan… perfectos. Y ya sentía que le debía mucho.
Me arrastro hasta la parte trasera de la casa. Donde estaba el garaje. Con una llave larga y nueva abrió el botón, también nuevo. Me quede impactada al verlo.
 Era hermoso.
 Perfecto.
 Michele comenzó a reírse a carcajadas.
_Perdón pero ese es mío._ dijo señalando al Chevi Nova amarillo, del ’74.
 Se me callo toda la ilusión.
_ ¿No es hermoso? Perteneció a mi padre y me ha estado esperando en el garaje de la casa de Ed por mucho tiempo._
 Había una pasión que compartíamos Michele y yo, los autos. No éramos expertas, pero nos defendíamos.
_Nop. Este es tuyo._ dijo sacando una sabana que cubría un auto que yo ni había notado que estaba allí.
 Me congele.
 Estaba viejo. Y no viejo restaurado y perfecto como el de Michele, sino VIEJO.
 Pero era mío.
 La pintura que se suponía debía ser de color naranja ahora era de color ladrillo decorada por parches de arcilla por todos lados. Las gomas eran viejas también.
Pero era mío.
MI Camaro.
_ ¿Y? ¿Te gusta?_
_ ¿Que si me gusta? Es… ¡perfecto! ¡Lo amo!_ dije abriendo la puerta y escabulléndome en el asiento del conductor.
_No arranca._ me advirtió
_No importa._ grite eufórica.
Abrasé el volante y salí dando saltitos como niña pequeña. Tenía auto. Tenía auto. No lo podía creer, mi primer auto… ¡y era un americano!
 Abrasé a Michele un gritito agudo de euforia, mientras seguía dando saltitos.
_Y no lo hará dentro de un tiempo._ me advirtió.
_No importa._
_meses._ insistió.
_No me importa._ la solté para mirarla a la cara, éramos de la misma estatura._ ¡gracias!_
 De repente un sentimiento me inundo. Hacia mucho que no reía de esa manera.
 Después de muchos otros abrazos entramos al auto. El viaje fue cómodo. Intente memorizarme el camino pero estaba muy oscuro. Podía ver a los árboles pasar y pasar. Vete acostumbrando a la idea, pensé para mis adentros.
 En ese momento pensé algo que no me había permitido pensar hace mucho. Extrañaba tanto las vegas. Esa ciudad llena de luces y espectáculos que estaba en medio del desierto. Nunca me había dado cuenta lo mucho que disfrute allí.
 Ahora tendría una vida muy distinta. Debería empezar otra vez. Ya me había hecho un plan mental. No hablaría con nadie, no almorzaría en la cafetería y definitivamente me alejaría de los deportistas.
 Un gritito de euforia me despertó de mis pensamientos.
_ ¡Si existe!_ exclamaba Michele.
 Habíamos llegado a Dolly’s.
 Genial.
 Al entrar definitivamente se podía notar como el tiempo se había quedado atascado en ese lugar. La cafetería parecía sacada de una película de los ochenta. La barra, las mesas rodeadas por esos sillones, la rocola. Todo. Era lindo, pero a la vez deprimente. Si me dormía yo también me quedaría atascada en este lugar. Un escalofrío paso por mi espalda al imaginar la idea.
 Nos sentamos en la barra para una cena rápida. La mesera se quedo congelada al ver a Michele.
_ ¿Michi?_ dijo confundida.
_En carne y hueso, Cindy._ dijo Michele con una radiante sonrisa.
 La mujer se quedo pasmada.
_también es un gusto verte de nuevo._ Michele contesto al silencio de Cindy.
 Se quedo así unos segundos, pasando su mirada de Michele a mi, de mi a Michele.
_ ¡No puedo creerlo!_ dijo en vos muy alta, tanto que algunas personas se dieron vuelta. _ ¡No puedo creerlo!_ repitió. Abrazando repentinamente a Michele._ ¿Y John? ¿Dónde esta?_
Pregunta peligrosa.
_Nos hemos separado._ le explico fingiendo indiferencia.
La mujer se volvió de piedra nuevamente.
_ Te has operado la nariz._ cambio de tema Cindy.
 Sin quererlo, yo comencé a reír. Ella fijo la vista en mí. ¿Nadie le dijo nunca que mirar tan fijo es de mala educación?
_ Hare de cuenta que no escuche eso._ dijo Michele estrechando los ojos. _ Ella es mi hija._ magnifico la palabra hija al máximo mientras pasaba su brazo por mis hombros._ ¿No es divina?_
Oh, no. Cállate Michele.
_Eres muy bella…_
_Ángel._ se me adelanto Michele.
_Jana._ corregí yo.
La mujer me dio un beso en cada mejilla.
_Mucho gusto._ dijo con una fingida sonrisa.
 Se había dado cuenta. Su cerebro había estado procesando los números. Definitivamente no encajaban. Michele parecía más bien mi hermana que mi madre.